sábado, 13 de diciembre de 2008

Transformando estructuras

Los cuarentones estamos de moda... con tanta nostalgia gatillada por los programas de televisión que muestran la vida en los 80's, spot publicitarios pidiendo que vuelvan los lentos, el retorno de la moda y la música de la época, la visita de Maddona, el facebook que ha permitido reencontrarse con los compañeros de diferentes épocas; pareciera que por fin estamos como protagonistas de la historia. Tanta intensidad no deja a nadie indiferente. Los recuerdos (de todo tipo), la inevitable evaluación de donde estoy ahora y donde quería estar, quien soy y quien quería ser; los sueños, metas, proyecciones cumplidas o sin cumplir inevitablemente provocan un efecto. Mal que mal estamos viviendo la segunda mitad de la vida, después de haber ya vivido 40 años.
Además, es en esta etapa donde finalmente podemos decir que ya somos verdaderamente adultos. Nos paramos en la vida con los dos pies y tenemos la sensación de conducirla. Sabemos quienes somos y hacia donde queremos ir. Las metas se clarifican y podemos disponer de los recursos personales necesarios para lograrlas. Pero, en términos afectivos, emocionales, es donde nos pasan cosas.
Ya no podemos evitar enfrentarnos a lo que nos mueve, a lo que sentimos, a como nos afectan las cosas. No se puede seguir sacando el traste a la jeringa. No podemos seguir engañándonos a nosotros mismos. Definitivamente, la segunda mitad de la vida nos obliga a mirarnos sin vergüenza, enfrentar y vencer nuestros demonios, superar los temores, asumirnos y hacernos cargo de como vamos a vivir de ahora en adelante. No tener temor de elegir y tomar decisiones. No temer de nuestra fuerza interior, el ser que que, por fin, pude manifestarse libremente.
La sensación de plenitud y liberación es sanadora. La fuerza y la intensidad de implicarse en la vida desde lo profundo, permiten que la segunda mitad de la vida sea una oportunidad para consolidar la verdadera naturaleza.
Obviamente, no podemos sustraernos del contexto en el cual nos toca crecer, y si lo consideramos, las características de la sociedad actual hacen bastante difícil vivir en la honestidad y la profundidad del ser. La vida light, superficial y lo menos complicada posible es la tónica. "Compremos para ser felices" , en lo externo esta la clave de la felicidad, es el mensaje de hoy. No asumamos nada, no nos comprometamos, no nos enrollemos, no nos compliquemos, evitemos el dolor y el sufrimiento, vivamos anestesiados y empastillados mejor, que otros decidan por mi, que me digan como tengo que vivir, como debo ser, como debo criar a mis hijos, lo que tengo que sentir.
Los adultos estamos adormecidos y pasivos. Los cuarentones, que somos los protagonistas de este momento histórico, estamos tirando la esponja. Y eso no puede seguir ocurriendo. Tenemos la obligación de asumir la responsabilidad histórica y social de construir lo que viene, de criar a los hijos,de hacer sociedad y cultura. Tenemos la obligación personal de ser felices y vivir la realización y la plenitud. Asumamos los compromisos con dignidad.
Que la nostalgia sirva para cosas productivas. Que la moda que nos imponen se traduzca en el cambio necesario. Recordemos nuestras ganas de transformación, volvamos a vivir intensamente la rebeldía. permitamos que se mueva la anquilosada estructura, tanto la interior como la exterior.